Diarios Chabacanos, 30 de agosto

Por: Chabacanito

Twitter: @SemElChabacano

Antier me lo preguntaron en el trabajo y no he dejado de darle vueltas al asunto: ¿de qué sirve cancelar a alguien? Bueno, mi pregunta creo que va más bien a si de hecho sirve de algo. 

En estos tiempos alguien, ya sea a nombre propio o a nombre de una marca, hace algo malo, o que se percibe como malo, y el mundo explota. Todo esto porque un señor de la oficina luego sí se avienta unos comentarios bien incómodos que sólo a él le dan risa (y eso sólo vuelve incluso más incómodo el ambiente.

Pero, bueno, el punto es que alguien comete un terrible error y llegan, siempre primero, los memes. Ya después, generalmente un par de semanas después, sale el comunicado (o video) todo pinchurriento en el que, o se pide perdón, o sólo aviva más el fuego de la hoguera. 

La cultura de la cancelación

Hago una lista mental de gente famosa… bueno, no, solo gente que ha sido cancelada y, ¿la verdad? Creo que a nadie le afectó. Esto, que desde hace un tiempo se empieza a sentir como linchamientos virtuales de literalmente todos contra todos, ¿sí son el mejor camino a tomar?

También estoy muy consciente de que la cultura de la cancelación tiene bastante que ver con las denuncias y “cancelar” a alguien ha sido una herramienta invaluable. Comparto la desesperación, yo también quiero que aquellas personas que son crueles y que abusaron de su poder enfrenten, al fin, las consecuencias de sus actos. 

Con la creación del Internet era obvio que en ese espacio también habría una respuesta a la sensación generalizada de injusticia, pero sospecho que en la cultura de la cancelación se habla implícitamente de un castigo. 

Sí, lo veo y sé que muchos también: la cultura de la cancelación termina siendo la mayoría de las veces una medida punitiva que nos controla y que nos hace sentir constantemente vigilados. Yo claro que buscaré toda mi vida la justicia, que todos nos enfrentemos y asumamos plenamente las consecuencias de lo que hacemos, sea bueno o malo. Pero también debo aprender a vivir en desacuerdo y apostar por resolver conflictos.

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