Vida verde

Por: Carlos Zermeño, Profesor (al que se le mueren las plantas)

Twitter: @SemElChabacano

Sabemos realmente poco sobre las plantas. Y por saber me refiero a un conocimiento profundo sobre lo que el filósofo Michael Marder llama “alma vegetal”. Con ellas, las plantas, interactuamos básicamente para tres cosas: para clasificarlas (medicinales, peligrosas, inútiles…), para adornar algo y para comerlas.

El “alma vegetal” es todo eso que ocurre en las plantas y que no tenemos manera de conocer, pero que igual sucede lo queramos o no; es un mundo secreto en el que hay pulsiones de vida y manifestaciones de voluntad que simplemente no comprendemos. 

Para asomarnos, aunque sea un poco, a este universo de las plantas, recomiendo un texto que no es filosófico (menos mal), pero que explora el problema de lo que significaría conectarse con nuestra alma vegetal, de renegar de nuestra naturaleza animal de un modo muy interesante. 

La novela es La vegetariana, de la autora surcoreana Han Kang (hay una edición en español, no se asusten).

La obra nos muestra las desgracias que le ocurren a su protagonista cuando, asustada por sueños en los que mata a alguien, decide dejar de comer carne; cree que tiene una fuerza animal dentro, un rugido que la asusta y que espera poder callar si deja de comer carne, que es una actitud de depredadores.

Su marido la deja, su familia le da la espalda, su cuñado intenta abusar de ella y terminan internándola en un psiquiátrico donde pasa los días tomando el sol (haciendo fotosíntesis) parada de manos porque los árboles, dice, “están de cabeza”: las ramas son sus pies y las raíces son los brazos que hunden en la tierra para tomarse de la mano con los otros árboles como amigos, algo que escasea en nuestro mundo.