Conoce el origen del Día de Muertos en México

La celebración del Día de Muertos confirma lo que nosotros y el mundo entero sabemos: a los mexicanos nos gusta reírnos de y con la muerte.

La celebración del Día de Muertos confirma lo que nosotros y el mundo entero sabemos: a los mexicanos nos gusta reírnos de y con la muerte. Y, vaya, no es que no tomemos con solemnidad cuando una persona fallece, pero hemos encontrado un poco de consuelo enfocándonos en celebrar la vida y hacer de la muerte un fenómeno un poco más cómico.

Y para comprobar que los mexicanos tenemos un sentido del humor muy particular, especialmente sobre temas escabrosos o espinosos como la muerte, cada año celebramos el Día de Muertos, cuando regresan nuestros seres queridos al plano terrenal. 

Cada noviembre esperamos su regreso con fotos, velas, dulces, tabaco, comida deliciosa, su trago favorito y hasta cigarros (para aquellos que fumaban). Estos altares se han convertido en un símbolo importante y representativo de México, tanto que hasta Disney hizo una película sobre el Día de Muertos.

Historia del Día de Muertos

La popularidad de esta celebración ya alcanzó la fama mundial, tanto así que en 2008 la UNESCO la agregó a la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y la definió como una expresión tradicional integradora, representativa y comunitaria.

Cuando hablamos del Día de Muertos pensamos casi inmediatamente en las comunidades indígenas de México, pero Noemí Cruz Cortés, doctora en Estudios Mesoamericanos, señala que esta fiesta es de hecho una celebración mestiza, no solamente indígena. 

Esto no quiere decir que Día de Muertos no sea una costumbre mexicana, porque claro que lo es. Sin embargo, que sea mexicana no significa necesariamente que también sea una costumbre prehispánica.

La Dra. Cruz explica que Día de Muertos es el producto de distintas influencias, principalmente la española, y con el paso del tiempo se convirtió en una tradición de México. 

De acuerdo con la especialista, la muerte no era celebrada en el México prehispánico. En la cosmovisión de las comunidades mesoamericanas prehispánicas el universo estaba dividido en el nivel celeste, el nivel terrestre y el inframundo.

Los humanos sólo existían en el nivel terrestre, mientras que el inframundo es el espacio de los muertos. Sonará un poco chocante, pero en el inframundo no todo se trata de muerte: de este lugar viene el agua, líquido que otorga vida, y es también el espacio donde las semillas germinan. 

También es el hogar de algunos dioses, que se representaban como calaveras. Estos dioses eran de hecho los encargados de que el maíz germinara y de mandar agua al plano terrenal. 

Cuando una persona dejaba el mundo terrestre iba a dar al inframundo, lugar donde también hay vida, y los pueblos prehispánicos sabían que el inframundo no era el final de todo porque algunos atrevidos hombres, con ayuda de los dioses o de rituales, bajaban a este plano y regresaban al terrenal para contar lo que habían visto (y después morir).

La celebración que conocemos hoy

Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, esta concepción prehispánica de la vida y de la muerte se unió a una tradición española que consistía en colocar en una mesa comida y arreglos florales para alimentar a darle la bienvenida a sus seres queridos que habían muerto. 

Recordemos que los españoles arribaron a nuestro continente en octubre, y a finales de este mes (y principios de noviembre) los pueblos indígenas celebraban los rituales y festividades de las cosechas; estas fechas coincidieron con el Día de Muertos católico.

Poco a poco los conquistadores introdujeron su tradición del altar del Día de Muertos y las comunidades indígenas agregaron elementos propios, como la flor de cempasúchil. Esta fusión entre ambas tradiciones fue tomando forma hasta llegar los coloridos, vistosos y hasta deliciosos altares que adornan cada hogar y calle del país durante octubre y noviembre.  

La celebración del Día de Muertos ha marcado una profunda huella en la identidad mexicana y en nuestra particular cosmovisión. Aprovechemos estas fechas para recordar con cariño a los que están disfrutando en otro plano y para tomarnos un cafecito de olla o un chocolate caliente con lo que siguen aquí con nosotros.

Este artículo fue escrito por: Arantza de Bergia.

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