El organillero, una tradición casi olvidada
Por: Abisay V.
Instagram: @rebel_red_22
Más de una vez, al caminar por el centro, el Zócalo, la Alameda o algún otro punto capitalino, te has encontrado con este interesante personaje que adorna la ciudad con su clásica vestimenta beige y sombrero, cargando un interesante artefacto que suena al ritmo de la manija: el organillero.
¿Pero quiénes son estos personajes? ¿Cómo viven? ¿Cuál es su día a día en este trabajo?
Llegaron a la Ciudad de México por primera vez en el siglo XIX desde Alemania, tocaban música en los salones de baile de las clases altas y algunos circos donde se escuchaban polkas. Después, se cambiaron las polkas por música mexicana y boleros. Comenzaron a salir a las calles ocupando lugares comunes como plazas, parques y sitios muy transitados por muchas personas.
En la Época de Oro de México, se comenzó a dar entrada a cines, teatros, restaurantes, por lo que los organilleros eran invitados a llevar su música a algunos eventos, pues tenían la fama de crear un ambiente agradable y ameno.
En la segunda mitad del siglo XX, el organillero comenzó a perder popularidad entre las nuevas generaciones que no sentían empatía por las melodías, por lo que este personaje comenzó rezagarse poco a poco.
Actualmente, son opacados por otros personajes como botargas, músicos o bailarines, por lo que la tradición y cultura de este personaje, ícono de la ciudad, está en peligro de extinción.
Así que la próxima vez que veas a un organillero, disfruta de su sonido, porque además de destreza requiere mucha resistencia, pues no sólo es darle vuelta a una manija. Y de paso, regálale una moneda que no afecte a tu economía.
Los organilleros son parte de nuestra cultura, valorémoslos.