Creer en la desconfianza
Por: Carlos Zermeño, Profesor (que escribe las tareas de sus alumnos)
Twitter: @SemElChabacano
Cada profesor tiene una política al respecto, pero a mí no me molesta, al contrario, me halaga muchísimo (porque la humildad intelectual no está peleada con el ego profesional). Y es que cuando algún alumno se me acerca con una pregunta cuya respuesta es más o menos compleja, instintivamente saca su celular y comienza a grabar lo que digo. ¿Qué no saben mis inexpertos educandos que todo lo que digo lo saqué de otro lado, que soy una pésima fuente de información? Pues no.
Me graban y citan mis palabras textualmente.
¿De Internet y las redes sociales? ¿De los memes que me manda mi tía por WhatsApp? A veces, saber de dónde salió algo no es fácil. Generalmente, es dificilísimo o así me lo parece a mí. Y como no todos tenemos el beneficio de grabar al que lo dijo, pues nos encontramos con dos opciones: o confiamos o desconfiamos. Y visto lo visto, la confianza es selectiva y somos malísimos para elegir.
Porque no dejan de circular noticias viejísimas para desprestigiar al político en turno o artículos directamente inventados (fake news, que le dicen ahora; noticias falsas o, como se dice en España, paparruchas) o esas cadenas que anuncian que un viento solar va a destruir la Tierra.
Hablando de la Tierra, el gesto contrario, la desconfianza, nos ha hecho descreer de los expertos al grado de que hay quienes afirman que la Tierra es plana (es una esferita y tenemos miles de años sabiéndolo) o que las vacunas producen autismo (no, salvan vidas y son importantísimas).
¿Por qué hay quien cree en todo eso? No por ignorancia o estupidez, porque hay gente listísima promoviendo esas ideas. Pero en este, todos necesitamos alguien en quien creer, aunque sea creer locuras, que nunca falta un roto para un descosido.
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